viernes, 5 de septiembre de 2014

Entre Fazio y Trochowski

El mundo del fútbol es un negocio. Es un deporte sí, pero se ha convertido en un negocio en el que lo único que vale, lo que prevalece sobre todo, es el dinero.

Por eso no entiendo la reacción de muchos sectores (parte de la afición, periodismo, etc) ante la rescisión unilateral del contrato del alemán por parte del Sevilla.

De modo, que cuando un futbolista hace buenos partidos y llaman a su puerta equipos que le pagan más, tenemos que ceder a las presiones y venderlo porque el futbolista quiere crecer (vamos, que crezca su cuenta corriente). Sin embargo cuando un futbolista no rinde lo esperado, por mala suerte, por baja forma, etc, entonces parece que el club esta obligado a cumplir su contrato.

Basta ya de tonterías. Cualquiera de nosotros, si no rendimos en nuestro trabajo, nos despiden. El Sevilla ha hecho eso, que es lo mismo, pero al revés que ha hecho Fazio con el Sevilla.

No conozco, desde luego, lo que ha habido de puertas para adentro, ni cómo ha sido la negociación, si es que la habido. Desde luego, me gustaría que mi club haya hecho las cosas de forma correcta, es decir, que haya avisado  con tiempo al jugador a lema de que no contaba con él, para que se hubiera buscado otras alternativas, hubiera aceptado ofertas, si es que llegaron, etc. Pero desde luego, lo único que valoraré, si alguna vez conozco, son las formas, porque el fondo, me parece perfecto. Es fútbol es un negocio y los jugadores, aunque personas, mercancías. Ellos son los primeros que lo han querido así, con esos contratos millonarios que firman, los derechos de imagen, etc. Y ellos son los primeros que no respetan un contrato en cuanto llama otro equipo más poderoso a su puerta. ¿Por qué habrían de respetarlo los clubes?

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